miércoles, 29 de febrero de 2012

Lo único que me detiene de lanzarme al vacío del último piso de un edificio es su sonrisa verde. Dentro de una rueda. No existe nada que finalmente calme la angustia, como imaginar sus ojos matemáticamente delineados sintiendo felicidades efímeras. Donde no hay más misterios, y los que quedan.. no importan.

lunes, 13 de febrero de 2012

Y asi vuelvo a odiarme como mar donde el morado y el azul son primos del viento. donde la angustia supera la vida misma y el rojo latido del nudo dentro del estómago te corroe, te pudre, te imbeciliza. Un odio debido y hacia la terrible incertidumbre del mañana, el maldito miedo al miedo y de la maldita consciencia en la que estoy metido. De haberme dado cuenta que todos somos uno, cada uno es el pasado y no somos más lo que otras personas ya vieron. El trance de la consciencia. No aceptar ni física ni psicológicamente normas del pasado, del presente. La maldita necesidad instintiva de rebelarme. Incluso no aceptar la sociedad de mierda en la que estoy metido sin haberlo decidido, violenta, mentirosa, prejuiciosa. El trance del que no puedo escapar.

Lamento tantísimo haber perdido la noción de comunicarme, de expresar lo que siento. De tener las palabras precisas, pero luego "del momento decisivo". Lamento odiarme hasta la muerte cada vez que te veo triste. Lamento no saber que mierda hacer cuando por razones metafísicas no te siento aquí. Darme cuenta que quizás yo no soy lo que tu has buscado por tanto tiempo y que te hueveaste de mirada aquella tarde en la cafetería. Lamento darme cuenta de lo patético que he sido toda mi vida al escribir cosas como estas. Y sobre todo lamento no saber llorar, y evitar escribir cosas como estas, que nadie lee y que no me hacen sentir mejor.



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